EL AURA
El aura humana es un
campo magnético altamente cargado que rodea y penetra el cuerpo humano.
Si bien es posible
aprender a divisar el aura en cinco o diez minutos, la mayoría de la gente
ignora su existencia, posiblemente a causa de una ceguera funcional. A menudo,
la gente suele contemplar un objeto de manera selectiva, de modo que muchas veces no se fija en todos
los detalles del objeto en cuestión, porque sólo ha atendido a unos rasgos
determinados.
Se ha llevado a cabo
mucho investigación en relación con el aura humana. El doctor Walter J. Kilner,
médico del hospital Saint Thomas de Londres, realizó los primeros experimentos
conocidos al determinar por métodos de laboratorio la naturaleza del aura.
Dichos experimentos
empezaron en 1908, cuando el doctor Kilner observó por vez primera un halo en
torno al cuerpo humano. Entonces quiso explorar la posibilidad de que este halo
o "aura", pudiera reflejar el estado fisiológico de un ser humano.
Halló, en efecto, que
ciertos colores y formas del aura acompañaban a ciertas enfermedades
corporales, es decir, orgánicas. En 1920, el doctor Kilner publicó su obra
Atmósfera humana a la que siguió El aura
humana. El doctor Kilner opina que un 95 por ciento de personas con visión
normal puede ser adiestrado para ver e interpretar el aura.
En Rusia, un sistema fotográfico, el llamado Kerliano, ha
permitido a los científicos fotografiar y calcular el campo magnético que rodea
a todos los seres humanos en vida.
Recientemente, en la universidad de Stanford, los
científicos han limitado la hazaña de los rusos, fotografiando el aura humana
en color.
El doctor Otto Rhan, investigador de Cormualles, descubrió, tras intensas
investigaciones, que las radiaciones humanas más potentes emanan de las yemas
de los dedos de la mano derecha. Este descubrimiento ya lo conocían, desde
mucho tiempo atrás, los individuos que se ocupan de la curación psíquica.
Pueden hallarse la prueba de que el aura lo han visto
ciertas personas desde hace siglos, pese a desconocer su exacta naturaleza, en
las pinturas religiosas que destacan halos en torno a las cabezas o cuerpos de
santos y profetas.
Gracias a los esfuerzos de muchos investigadores,
actualmente podemos hacer declaraciones específicas y comprobables acerca del
aura humana.
El campo magnético que rodea el cuerpo y se extiende cerca
de un tercio de centímetro en torno a todas las partes del mismo, incluyendo el
cabello, se llama usualmente el cuerpo etérico o bioplasmático.
Esta estrecha banda es sensible al tacto y es posible estar
enterado de su existencia con poca dificultad. Varios investigadores han
descubierto que esta aura interior responde a un imán; puede ser atraído por
uno de ellos, aunque ella no esté imantada ni sea imán a su vez. De manera que
el aura posee una masa, probablemente a causa de la presencia de partículas de
hierro.
Colores y dibujos del aura humana
El aura se extiende un poco más en torno a proyecciones como
los pezones y los dedos que en las superficies planas. Es interesante observar
que esto también sucede en un conductor eléctricamente cargado.
Los científicos de Rusia, los Estados Unidos y Gran Bretaña
han descubierto que es posible enviar un pensamiento benéfico, tal vez una leve
carga de energía eléctrica, por medio del aura. Cuanto más brillante sea el
aura de un ser humano, más potente es la carga eléctrica que puede enviar a
otro. Utilizando la técnica respiratoria, un individuo puede aprender a
aumentar la energía del aura y dirigirla a voluntad hacia un punto dado.
Cuando una persona tiene conocimiento de su aura, es
difícil, no obstante, que al mismo tiempo
conozca sus diversos dibujos y colores. La capacidad de distinguir los
colores es seguramente cuestión de tiempo y práctica, lo mismo que para los
dibujos, al menos para algunos individuos; otros, en cambio, ven rápidamente el
color, y aún otros afirman haber tenido conocimiento del arco iris luminoso de
su cuerpo desde la niñez. Aunque la faceta relativa a la interpretación del
color en conexión con el aura aún necesita una intensa y exhaustiva
investigación y refinamiento, pueden formularse algunas conclusiones respecto a
la relación entre la presencia de ciertos colores y el estado mental,
fisiológico y emocional de un individuo.
Casi todo el cúmulo de datos obtenidos da una evidencia
empírica: el aura está abierta a una investigación más profunda para la
interpretación de las tonalidades y matices particulares.
Las siguientes son algunas interpretaciones de carácter
general de ciertos colores del aura.
Rojo: energía y vitalidad. Cuando un individuo se
encoleriza, el rojo predomina en su aura.
Azul: gustos filosóficos. Aun queda mucho por recorrer
respecto al color azul del aura.
Amarillo: razonamiento lógico y análisis crítico.
Negro: malicia, odio y depresión.
Blanco: aun precisa mucha investigación. Los yoguis y otros
ocultistas aseguran que indica un ser altamente evolucionado, como un maestro o
guru.
Pardo: manchas que suelen rodear a los órganos enfermos.
Gris: relacionado con impresiones y emociones negativas con
el temor, una leve depresión y una actitud negativa en general.
Amarillo-verdoso: está relacionado con el engaño.
Verde intenso: es relajante, en torno a los individuos
amantes del aire libre.
Pese a todo, hay que recordar que todavía queda mucho por
descubrir acerca del color y el dibujo del aura humana, así como de su relación
con la existencia cotidiana del hombre.
EJERCICIOS DEL
AURA HUMANA
PARA VER EL AURA AJENA
1. Escoger una habitación con una pared sin dibujos.
2. La iluminación debe permitir a las personas presentes que
distingan las facciones de la persona cuya aura se desea percibir.
3. Los experimentadores mirarán la frente del sujeto,
situado ante una pared neutra. Luego, aquellos permitirán que sus miradas giren
en torno a la cabeza y resto del cuerpo.
4. Para realzar la energía del aura, el sujeto deberá
respirar hondo, ensanchando el diafragma al inhalar. El sujeto imaginará que el
aire inhalado asciende a lo más alto de su cabeza. Durante este proceso, el
sujeto relajará los músculos estomacales.
5. Cuando el sujeto haya ejecutado la respiración
especificada en el apartado anterior, los investigadores concentrarán la mirada
en la cabeza del sujeto, particularmente en la coronilla. Usualmente, se divisa
el aura como una niebla o halo luminoso y fluctuante. Así, muchas personas la
describen como algo semejante a las oleadas de calor que suben del sujeto los
días muy calurosos.
6. Para confirmar aún más que la energía que forma el aura
puede controlarse, mientras los demás se concentren en la coronilla del sujeto,
éste volverá a respirar profundamente, y de nuevo dirigirá su respiración hacia
el cráneo. Entonces, los presentes podrán asistir el aumento de brillo del
aura, y observar sus fluctuaciones bajo el control de la voluntad.
7. El sujeto extenderá la mano, con la palma hacia los demás
y los dedos apuntando al techo. Volverá a respirar como antes, pero ahora el
sujeto imaginará que el aire se concentra en su mano. Los presentes
concentrarán sus miradas en el aura de los dedos.
8. No es preciso ni recomendable mirar muy fijamente. Si un
observador tiene alguna duda acerca de lo que ve, es preferible que aparte la vista un instante y vuelva a
mirar luego al sujeto.
9. La capacidad de distinguir los colores en el campo áurico
puede sobrevenirle inmediatamente al observador, o desarrollarse sólo mediante
la práctica.
10. Puede llevarse a cabo un experimento fácil, demostrativo
de que el aura posee una masa, con ayuda de un imán de cierta potencia.
11. Se elegirá a un individuo para que esté de pie cerca del
sujeto, sosteniendo el imán con una mano. Aquel estará aproximadamente a medio
metro del cuerpo del sujeto.
12. El sujeto volverá a respirar hondo y los observadores
prestarán atención especial a la zona hacia donde se apunta con el imán. El
aura se alargará hacia el mismo.
PARA DISTINGUIR EL AURA PROPIA
1. Escoger una habitación con un espejo enfrente de una
pared neutra. El cuarto de baño de algunas casas sirve bien a este propósito.
2. Apagar la luz del cuarto utilizado para el experimento,
dejando fuera una que permita distinguir los rasgos del sujeto en el espejo.
3. Respirar profundamente e imaginad que la respiración
llena la cabeza.
4. Al momento, se percibirá el aura en torno a la cabeza.
5. Otra respiración semejante y dirigida a la cabeza
aumentará la intensidad del campo áurico y hará qu sus fluctuaciones sean mas
pronunciadas.
6. Igual que al percibir el aura ajena, el aura propia
aparece como una neblina o un halo.
7. Puede discernirse inmediatamente el color del aura o
desarrollarse esta capacidad con la práctica.
EXPIRIMENTAR CON EL AURA MEDIANTE EL TACTO
El sujeto de este ejercicio aumentara la energía del aura
mediante la técnica de la respiración ya descrita.
Los que tomen parte en el ejercicio estarán de pie,
directamente frente al sujeto, de uno en uno, y colocarán sus manos
aproximadamente a unos quince centímetros a cada lado de la cabeza del sujeto.
El participante cerrará los ojos y hará que toda su
sensibilidad se concentre en sus manos. El sujeto volverá a respirar
profundamente desde el diafragma y se imaginará que el aire llena y sale por su
cabeza.
Probablemente, el participante experimentará una sensación
calurosa y de movimiento en torno a sus manos. Esta técnica también ha dado
buenos resultados con los ciegos que experimentan con el aura humana.
EL EFECTO DEL IMAN SOBRE EL AURA
Una vez colocado el sujeto contra una pared neutra y elevado
el nivel de energía del aura mediante la respiración honda, los participantes
colocarán un gran imán de herradura aproximadamente a unos diez centímetros de
cada lado de la cabeza del sujeto.
Los participantes observarán que al colocar el imán en esta
posición, mientras perciben el aura, se origina un efecto muy interesante. El
aura interior se alargará o se extenderá hacia el imán, que puede colocarse a
la misma distancia de cualquier otra zona del cuerpo, lográndose el mismo
efecto.
Este experimento indica que el aura posee masa y que puede
utilizarse como un valioso ejemplo de la respuesta a la cuestión de la
formación posterior de imágenes.
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